CÓRDOBA STONER FEST III – 13/08/2022 – 990 Arte Club, Córdoba

El sábado 13 de Agosto estaba fijado en el calendario como el día del regreso del joven pero convocante festival que apuntaba a congregar todas las expresiones relacionadas con el Stoner, obviamente con principal énfasis en lo musical. Si bien esta relación a veces es bien evidente, la mayoría de las veces es más tácita si se quiere, difusa o incluso inexistente en algún caso más extremo. Sin embargo todos los estilos que aquí participan pueden convivir perfectamente bien y amoldarse a la etiqueta genérica, que de por sí desde el vamos no tiene una definición tan concreta o taxativa, por lo que mucho menos puede tener muy delimitada su influencia. En fin, tras varios cambios de planes en la logística de la cobertura con el staff de Truenos Metálicos, partí apenas finalizada la jornada laboral hacia 990 Arte Club de la capital Cordobesa, local que repetía su rol de anfitrión para el incipiente evento.

Ni bien llegado ya se podía advertir que la concurrencia sería importante, con la feria ya instalada aportando su colorido y la sensación intacta de sustentabilidad autogestiva, siempre a pulmón, siempre a contramano, siempre tan fresca, accesible y necesaria. El primer vistazo al escenario aseguraba que los decibeles no escasearían.

Pasadas las 21:30 990 comenzaba a emitir sus primeras vibraciones con el trío TOTTEM Y LA SALAMANCA, con una conformación bastante particular, a saber, guitarra electro acústica, batería y guitarra eléctrica que hace las veces de bajo cuando el tema así lo pide. Su musicalidad tiene un fuerte tenor folk norteamericano, en la línea de Neil Young que por estas latitudes tan bien supieron interpretar Los Álamos, por supuesto bajo su propia perspectiva y dándole su toque personal, embebiéndolo con pinceladas de rock nacional. TOTTEM es el proyecto concebido por Néstor Colazo, quien sobre el escenario guía con su guitarra rítmica y voz principal de manera apasionada, sin embargo, el rol de Alejandro Ceballos es fundamental para que lo unidimensional e intimista de lo que se supone acústico tome otro relieve más atmosférico, a partir de un uso “disociado” de la guitarra si se permite la expresión, llevándome por momentos a cuestionarme qué era lo que estaba escuchando, si un bajo o la propia eléctrica (si, los humos seguramente tuvieron influencia sobre mi percepción, pero estoy seguro que no fui el único…). A la misma altura la ejecución de la percusión, sabiendo racionar su peso según los climas. Muy interesante la apuesta de esta gente que incluiría en su repertorio el cover “Artefacto” de Ceratti y que hacia su tramo final invitaría a Daniela Campos en coros y Lucho Ruiz en la mandolina para terminar de definir la orientación de su propuesta.

Acto seguido, la propia parca con guadaña en mano y todo irrumpía desde el onírico mundo de LOS MUERTOS, tomando la posta con su muy particular forma de hacer rock. El inquieto y novel cuarteto cordobés parece tener su propio tamiz por el cual filtrar sus influencias, y su propia manera de reinterpretarlas también, evitando lo más posible caer en el cliché, y sin acudir a lo seguro, lo cual me parece sumamente jugado y destacable. Dichas influencias conceptualmente me remiten a Ennio Morricone y toda su obra emparentada con el Spaguetti Western (lo cinematográfico parece ser un importante componente de su propuesta, o al menos eso es lo que personalmente pude percibir). A partir de allí, teniendo en cuenta la influencia del mencionado compositor en la música en general, LOS MUERTOS conjugan esos sonidos principalmente a partir de un excelente laburo de las dos estridentes violas, para darle forma a un estilo que, para dar una idea, puede oscilar entre Spindrift, Yawning Man y Guano Padano, con ese parentesco directo con la llamada música Americana, alternativa y el rock psicodélico, bajo un halo experimental que haría que encajen muy bien en la familia de Ipecac Recordings por ejemplo. Lejos de hacerle honor a su nombre, Los Muertos sobre el escenario demuestran una vitalidad y energía muy contagiosa, siendo los responsables de esto Puli en guitarra y voz, Pini en bajo, Joaco en batería y Alexis en guitarra. Gran parte de su repertorio estuvo destinado a repasar su reciente nueva placa llamada “Ritual”, redondeando una excelente presentación para empezar a activar la noche.

Luego sería el turno de HOMBRE DESIERTO, banda que si bien es bastante nueva, sus integrantes conocen muy bien el paño, y de hecho se puede decir que sería la única de esta edición en representar el nombre del mismo letra por letra, power chord tras power chord, ya que su estilo es puramente stoner rock, o rock desértico, como quieran llamarle, con todos los yeites que lo definen, con el riff como fundamento principal, como corresponde. Sabático pero sin perderse por las ramas de lo experimental o los medios tiempos del doom, al menos no más de lo que puede significar un recurso, claro está; sonando directos y gancheros, tan potentes como sólida su ejecución, más que propicio para el headbanging. Obligados solos bluseros en la guitarra de Gustavo Drop amortizan la rispidéz de la voz de Pablo Davidian, quien también aporta los omnipresentes graves con el bajo, mientras que Lucas Martinez dinamita su set de batería en cada tema. La lista de canciones que sonaron formará parte del nuevo material que han finalizado de grabar recientemente y que tras verlos varias veces en vivo han despertado mi curiosidad por escuchar el resultado final, que augura ser demoledor. Cerraron con una muy bien lograda versión del clásico del género Green Machine de Kyuss, motivando al público a romper en inevitable Mosh, y levantando la temperatura del recinto que ya empezaba a lucir colmado.

La medianoche pasaba y dejaba lugar a una de las sorpresas de la grilla cuando había sido anunciada meses atrás. Se trataba de la inclusión de la gente de HARVASSIAN, demostrando en la organización una vocación de apertura que es más que bienvenida, dando lugar a expresiones que pueden no tener relación directa en lo estilístico, pero que sin duda suman al espectáculo. Y así fue, ya que la banda que explora el post punk y el dark wave puso a mover a la concurrencia consustanciada con su puesta en escena. Cuero, tachas, latex, indumentaria sado y mucha actitud punk autodestructiva es el factor común, con consignas nihilistas vociferadas histriónicamente por Hombre Horrible, mientras son atomizadas con ritmos bailables disparados en pistas por Pitri, para ser acompañados por el bajo medioso de Agucho, a la vez que las guitarras limpias de Hippie Killer aportaban melodías surf alternándose con otras más disonantes para terminar de dar el contraste perfecto al combo. Gran virtud de HARVASSIAN en lograr transmitir ese conjunto de sensaciones agridulces, contradictorias, casi absurdas que derivan de regodearse en la depresión a través del bailoteo cansino, como bien lo exige el género que abordan. Punto alto de la noche que pronosticaba el próximo con el trío que se alistaba para su presentación.

Explotaba 990 de humanidades varias, las gargantas afiebradas recurrían al refresco líquido de a montones. Cuerpos metabolizando alcohol extasiados con los sonidos reverberando sobre las paredes contextualizaban el escenario ideal para que hiciera su aparición el trío cordobés de proyección internacional IAH. Cada vez que tocan en un festival local la expectativa recae en gran medida sobre ellos, y lo saben. Motivos hay de sobra, pero en lo estrictamente musical es donde cimientan sus principales bondades, logrando crear exquisitas atmósferas apelando solamente a lo instrumental con notable pericia y sensibilidad, sin que se eche en falta incursión vocal alguna y sin caer en virtuosismos que maquillen dicha ausencia. La atención siempre está puesta en crear climas psicodélicos que van desde el Post Rock al Space Rock al Progresivo, la mayoría de las veces sin un hilo conductor o sin un desarrollo más tradicional si se quiere, pero si abordando fraseos propios de los estilos mencionados para exprimirlos y desmenuzarlos a modo de mantras. De la misma manera exprimen y aprovechan el potencial de cada instrumento para obtener las potentes atmósferas con las que envuelven al oyente sumiéndolo en una experiencia sensorial de alto vuelo. Sonaron temas de su más reciente producción llamada “Omines” del 2021, la cual los llevó este año a girar nuevamente por el viejo continente junto a grandes nombres de la escena mundial. Los responsables de que la magia ocurra son José Landín en batería, Juan Pablo Lucco Borlera en bajo y Mauricio Condon en guitarra, quienes dejaron la vara bien alta para el acto subsiguiente.

BABAS DEL DIABLO serían los encargados de tomar el fierro caliente, cuestión que no les pesó para nada, pues los de Zona Sur de Buenos Aires venían dispuestos a descargar la más agresiva versión del Stoner de la fecha, logrando, bofetada en la cara mediante, hacer regresar a tierra las conciencias que habían despegado con los anteriores. Muy activo y frenético despliegue de Luis Acevedo tanto arriba como debajo de las tablas, mezclándose con el público y dejando su garganta al frente de sus compañeros Martin Fischer en guitarra y coros, Federico Fischer en bajo y Facundo Guerrero en batería. La forma en que ellos mismos definen su propuesta me parece bastante acertada, Rock Podrido Pesado, quizás más pesado que podrido, hard rock con toques alternativos, grunge, haciendo equilibrio siempre con el límite que podría separarlos del metal, pero fallando en el intento, cayendo de jeta en el Groove metálico, con gancho y actitud abrasiva, pero bien dosificado como para no ser absorbidos por esa etiqueta. Más allá del logo y el nombre, aquí hay bastante poco de stoner per se, lo cual no les quita puntos, al contrario, salir de esa “zona de confort” los ayuda a diferenciarse del resto de bandas que en los últimos tiempos han optado por seguir ciertas tendencias o a imitar a tal o cual referente, llevándolas a parecerse cada vez más entre sí. Bien BABAS DEL DIABLO por no sumarse a la corriente y ponerle su propio sello a la versión del estilo que practican.

 

El final es inminente, la madrugada deglutió por completo la noche y los rostros ya no lucen su semblante como horas atrás. Las heladeras tampoco. Los encargados de darle el cierre acorde eran los santafecinos/paranaenses de SERPENT COBRA, banda que pocos meses atrás ya había visitado la ciudad dejando la mejor impresión en mis vapuleados oídos y renovando las ganas de volverlos a ver. Y tal como aquella vez, fue un placer ver al cuarteto desplegar su infame Heavy Doom Tradicional con ese tufo retro que logra transportarte a principios de los ’80 cuando el género se hallaba recién en un estado embrionario (hablando de Doom, claro), y por lo tanto con muchos resabios del Hard Rock inglés también. Dicho esto, es casi una obviedad destacar la adoración que hacen del Riff, siendo este su estandarte y la pentatónica en consecuencia su principal lenguaje. A su vez las estructuras son simples y funcionales, fluyendo de forma orgánica y redondeando la idea sin desviarse jamás de su destino final. Resulta inevitable que los temas no continúen resonando en tu cabeza de manera hipnótica como secuelas de la mordida de la serpiente, tal es el caso de “Dear Satan”, “Master of it All” del disco “Anatomy of Abuses” del 2020 o “Bloody Countes” del reciente EP “Beware” del 2021. No hay suero que contrarreste el efecto del veneno. Además hubo tiempo también para adelantar algún tema de su próximo trabajo que tienen proyectado grabar a la brevedad. La banda se conforma con Caro en voces y guitarra, Ema en guitarra líder, José en bata y Ema en bajo. En fin, soberbia actuación, ganchera y muy entretenida desde la primera distorsión a la última, para desnucarse de tanto agitar las ideas y para justificar la hipoacusia de la mañana siguiente al festi que en sólo tres entregas ya se convirtió en un clásico que seguramente se va a continuar editando siempre y cuando el apocalipsis no se le adelante en forma de virus artificial, calentamiento global, competencia por las dimensiones fálicas de los dueños de la pelota o cualquier otra consecuencia del “progreso” de la humanidad.

 

Subo a la ruta de regreso a la cueva con la idea latente y el convencimiento de que cuando se quieren hacer las cosas bien, laburando con seriedad y responsabilidad se puede lograr el objetivo de llevar adelante un proyecto ambicioso desde el under como lo es este Córdoba Stoner Fest (el Damned Communion es otro caso parecido que lo confirma). El único detalle que personalmente corregiría sería el de no programar para el final a las bandas visitantes, pero es sólo un detalle ínfimo para lo que significó la hermosa fiesta que se vivió en 990 Arte Club. Felicitaciones a la organización y muchas gracias por permitirnos cubrir las vicisitudes de su desarrollo. Hasta la próxima y buenos humos.

Crónica y fotos: Juanlón
Videos: Garra García.