ICARUS MUSIC FEST 20 Años (Día 2) – 17/12/2017 – Groove

Dentro de los festejos por los 20 años del sello y productora Icarus, se organizó un festival en dos noches en el local de Palermo. La primera jornada incluyó una extensa y variada lista de bandas nacionales, mientras que la siguiente fue dedicada de forma exclusiva a una agrupación con una larga relación con la compañía. De hecho, el primer show de Lacrimosa en Argentina, 16 años atrás, fue posible gracias a la participación de quienes festejaban tal trayectoria. Por lo que podemos afirmar que, al igual que sucedió en todo el fin de semana, se trató de una gran reunión de viejos amigos y colaboradores de la que disfrutaron los fans de la música.

Tres artistas locales actuaron como soportes, en cierta medida asociadas al acto central. INAZULINA fue la primera, aunque cuando arribé a Groove ya estaba sobre el escenario EVA, con sus canciones riffeadas, con aires góticos. Así que para hacer más explícitas sus influencias no es de extrañar que versionen a Héroes del Silencio con “Entre Dos Tierras”. Al igual que los anteriores, BLOODPARADE también desarrolló su carrera apoyados por Icarus. Su propuesta de bases electrónicas y guitarras pesadas contó con un gran recibimiento, y Brenda Cuesta supo como canalizar ese entusiasmo. Para esta ocasión contaron con dos coristas, que acompañaron los pasos de baile de la frontwoman.

Ya con media docena de visitas previas en nuestro país, LACRIMOSA demostró que sobre el escenario pueden desplegar una paleta mucho más variada que el blanco y negro de la tapa de sus discos. La cual puede ser tan intensa como solemne, grandilocuente pero a la vez cargada de una risa sardónica. Aunque siempre enfrentando con sinceridad a los seguidores. Luego de la introducción tradicional y al igual que Testimonium, el disco que vinieron a presentar, el show se inició con  “Wenn Unsere Helden Sterben”. A diferencia de presentaciones anteriores, Tilo Wolff se salteó el recurso de aparecer en el escenario cuando ya estaba cantando. El líder y creador de Lacrimosa aprovechó todo su histrionismo desde el comienzo. Y sabemos que no necesita moverse de un lado a otro del escenario a lo Bruce Dickinson, sino que con su delgada figura siempre detrás del micrófono compone su dolido personaje pleno de gestos y miradas. Las tres primeras canciones siguieron el orden del álbum, con la pesada y doomster “Nach Dem Sturm” a continuación, donde el vocalista empuñó la guitarra, contrastada luego por el ritmo saltarín de “Zwischen Allen Stühlen”.

Con “Der Morgen Danach” comenzó una seguidilla de clásicos, y en “Not Every Pain Hurts” se dio el primer protagónico de Anne Nurmi saliendo de su puesto de los teclados para ser tomada por la iluminación principal.  Lo repitió más adelante con “My Pain” y “Apart”, y está claro que en interpretación vocal se ubica detrás de su pareja. Aunque los fanáticos esperan con ansia estos momentos en que sólo tenemos su voz y se luce contorneándose.

Con “Weltenbrand” (posee unas guitarras seguramente inspiradas en el black metal) retornaron al último lanzamiento, completando siete de sus diez canciones. Al parecer los más fanáticos se pusieron de acuerdo en llevar unas velitas para la despojada “Lass Die Nacht Nicht Über Mich Fallen”. Por su parte, «Schakal” se desplegó con toda su soberbia cadencia, y en ese momento uno cae en la cuenta de la solidez de los músicos, lo que tal vez resulte obvio para quienes vienen siguiendo a Lacrimosa desde giras anteriores. La base de Yenz Leonhardt en el bajo (un músico danés vinculado a los orígenes de Mercyful Fate) y el más reciente Julien Schmidt en la batería, sustentan las canciones con un pulso monolítico. Mientras que los guitarristas Jan Peter Genkel y Henrik Flyman (otro danés, líder de Evil Masquerade), pueden ser tan metálicos como se les pida, y además agregar otros recursos en sus solos. Y si piden metalicidad, la sarcástica “Feuer” la posee en sobra, hasta para provocar un pogo.

Para entonces ya había pasado una hora y veinte de show, y tendríamos dos bises. Las contagiosas “Stolzes Herz” y “Alleine Zu Zweit” son una buena elección para recordar algunas de sus grandes obras como lo son Stille y Elodia. Mientras que “Ich bin der brennende Komet” siempre funcionó bien en vivo, levantando ya sea en la apertura o a esta altura de la noche. En “If The World Stood Still A Day”, con Anne al frente, regresaron su faceta pesada, para culminar con la infaltable “Alles Lüge”. La que si estuvo ausente fue “Copycat”, a pesar de los insistentes pedidos. Hubo una nueva pausa, la última, luego de la cual “Durch Nacht Und Flut” propuso una despedida casi en diálogo, con su estribillo adaptado al castellano.

Se cumplieron dos horas de espectáculo, y si bien no se trató de su show más concurrido, en ningún momento se diluyó el compromiso de entregar una interpretación que pareciera ser la última de sus vidas. Así los artistas se convierten en héroes.

Crónica y fotos: Exequiel Nuñez

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